​La rica patata de Salamanca

​Uno de los cultivos de los que no hemos hablado nunca en el blog ha sido la patata. En esta ocasión pudimos charlar con José María González (a quién conocimos en Demoagro 2017 y además es el creador del grupo Agricultura Española en Facebook) con el objetivo de que nos explicase un poco sobre este interesante cultivo. José María vive en Villoruela (Salamanca), donde junto con sus hermanos tienen una explotación agrícola en la que siembran cereales, colza, maíz y patatas.

Los trabajos con la patata comienzan con la siembra en abril. Siembran la patata entera utilizando una dosis de unos 1.100kg/ha. Después de esto, comienzan con los riegos semanales (unos tres riegos de media) desde mayo hasta agosto… es un cultivo que genera mucho trabajo durante toda su vida. En estos días, han comenzado a sacar patatas, con una producción en torno a 60.000 kg/ha.

Ellos siembran unas 30ha de patatas de las variedades Monalisa y Manitou (patata roja). En Salamanca también se planta mucho la variedad Agria, que tal y como nos comenta, es una de las mejores para nuestro paladar. El agricultor tiene dos opciones a la hora de venderlas: venderlas para fresco (las que se compran en el supermercado en bolsas) o vender para industria (serán usadas mayormente para hacer patatas fritas). Ellos lo venden todo para fresco y normalmente son exportadas a Portugal. El precio puede variar entre los 0,20€/kg y 0,04€/kg para las patatas en fresco y para industria (con un contrato establecido desde que se siembran) suele ser entorno a 0,14€/kg.

Como podéis ver en sus fotos, utilizan una máquina Grimme SE 85-55 que le permite trabajar algo más de 2 ha/día (unos 4 caminos diarios) a una velocidad de trabajo de unos 4,5 km/h y llenando sacas de 1.000kg. La distancia entre surcos es de 75cm. En la máquina trabajan varios operarios que van haciendo una primera selección de las patatas para quitar las que son defectuosas.

Según nos comenta José María, el mercado de la patata está cada vez peor, ya que muchas veces no se respetan los precios acordados en la venta (el vende sus patatas a un intermediario que venderá al distribuidor final en España y Portugal). Si la patata llega en malas condiciones al destino (sin tener culpa el agricultor) o directamente no es del agrado del distribuidor final, el precio se baja o incluso la mercancía es devuelta al agricultor. Por otro lado, si la patata es para industria, debe pasar multitud de controles que garanticen el nivel de frito (para que resulten bonitas cuando se fríen). Si esto no se cumple, el precio que obtiene el agricultor también es notablemente más bajo.

¡¡José María, tendremos que probar esas fantásticas patatas!!

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